Ray Bradbury es sincero y nos cuenta
una verdad, la cual es que las personas no se atreven a escribir a pesar de
quererlo hacer, esto quiere decir, que nunca se han atrevido o siempre se han
sentado al frente del escritorio y esa hoja donde ellos pensaban que iba a
salir llena de palabras y sentimientos, sale en blanco. Esto los decepciona y
la fuerza que agarraron en ese momento se pierde, además no lo vuelven a
intentar en un largo y prolongado tiempo.
Acepto que yo he intentado escribir
mis pensamientos, sentimientos e historias en un papel, pero la mayoría de
veces me quedo mirando la hoja y nosé por donde comenzar. Siento que mi mente
en ese momento se traslada a otro mundo o a cualquier otro lugar menos en el
que debería estar.
En otras palabras, soy parte de la
gran verdad que nos cuenta Ray Bradbury. Él nos narra muchos puntos importantes
que necesitamos para motivarnos a dar ese primer paso y dejar los miedos a un
lado. Uno de los puntos que me pareció interesante e impulsivo es que para
escribir podemos inspirarnos de cualquier tema, objeto, persona, entre otros.
Cada uno de nosotros tenemos algo que nos maraville o encante, así como
Bradbury tiene su lista de autores favoritos y cada vez que piensa en ellos se
entusiasma e inspira para escribir.
Este escritor estadounidense nos
nombra continuamente que debemos tener garras y entusiasmo para que nuestro
texto se sienta real y divertido. Son características que tenemos que tener en
cuenta para que el escrito no se sienta frío, sin amor y alegría.
Realmente esas dos palabras (garra y
entusiasmo) son esenciales y me parece que son bastante exactas, ya que cuando
nosotros leemos algún relato y no sentimos que nos atrape o nos meta en él,
inconscientemente lo dejamos a un lado o nunca lo terminamos de leer.
Sinceramente yo no quiero que cuando
escriba algún texto, aunque sea lo más pequeño posible, los lectores lo
desechen rápidamente. Por ello, tomaré los consejos del texto “La dicha de
escribir”. Ya que quisiera que todo lo que plasme en una hoja me salga sin
ninguna dificultad, para que se sienta que lo he escrito con agallas y
entusiasmo.
Por otro lado, mientras que leía
aquellas preguntas que Ray nos hace en su lectura, al mismo tiempo me las
respondía y meditaba un momento sobre cada una. Entonces me di cuenta que él
cumplió su objetivo conmigo, el cual fue hacerme tomar conciencia de los miedos
y motivarme a darme la oportunidad de expresarme en unas líneas.
En conclusión, lo que desea Ray
Bradbury en su texto es transmitirnos motivaciones para abordar un tema y abrir
nuestras mentes para no siempre estancarnos en el mismo pensamiento o en las
mismas ideas. Nos enseña que podemos redactar sobre cualquier tema. Así como
él, que usa el escribir para desahogarse con situaciones que le parecen injustas
o cosas que se le ocurren en el momento. Si él puede transmitirnos esa llama,
nosotros también podemos hacer que los lectores se enciendan con nuestro
conjunto de párrafos.
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